jueves, 12 de febrero de 2009

Ahora somos tontos

Había una vez un país que salió de la sombra y se lanzó afanosamente a abrazar al resto de Europa. A regañadientes lo aceptaron, y él, eufórico de pertenecer a la pandilla, promocionó y adoptó posteriormente la moneda común: el euro. Un tiempo de estabilidad se abrió y los mercados le premiaron a él y a sus nuevos amiguitos con tipos de interés bajos. Todos sus habitantes eran más ricos, la hipoteca que antes les desangraba con un 17% de repente era un 3%. Ahora ya no sólo eran europeos sino que vivían como ellos. Podían permitirse el dúplex, la casa en la playa, el todo-terreno del vecino y que sé yo. ¡Y que buenos sus bancos que además ampliaron los plazos de devolución!. Ya eran doblemente ricos por que el coste de su casa, pobres ignorantes, se pensaban que era la cuota que pagaban al banco, y ésta no paraba de bajar. Todos se lanzaron a una orgía de compra y venta alentada por su gobierno que amenizaba la fiesta con desgravaciones fiscales y sólo destilaba algo de prudencia obligando a los bancos a guardar parte del pastel. Y éstos embriagados regaban al pueblo con dinero avalados por unas casas que no hacían más que revalorizarse, ¡Vaya festón especulativo! Y encima todo de cara: el país crecía de forma vertiginosa, todos se hacían más ricos y además trabajaban y consumían, ¡y como consumían! Pero llego el pero, y los plomos se fundieron, y en ese país, ¿adivina usted quien fue el culpable de la resaca? ¿Los bancos? No, ellos sólo en un ejercicio de bondad infinita fiaron las copas hasta a los más borrachos y además en infinitos plazos... ¿el gobierno? No, ellos tampoco, si ellos además invitaron a los chupitos y no se dieron cuenta que todos iban muy pasados ¿y entonces de donde salió el garrafón? Pues dicen que fueron aquellas botellas de importación de USA ¿y quien perdió? pues quienes nadie protegió y se hipotecaron de por vida y ahora además de ignorantes son tontos.

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