jueves, 1 de julio de 2010

La generación brick boom

Ahora también soy de la generación del brick boom. Nací en el otro boom, el que luego colapso los colegios con más de cuarenta alumnos y el que tuvo que masterizarse para poder mendigar un contrato digno. Superado el primer round y con un contrato indefinido en la mano vendí mi vida laboral a una entidad financiera para poder comprarme una casa. Solo me costó tres veces más en términos reales que a mis padres y eso sin tener en cuenta que yo pagaré intereses hasta que me jubilé y no disfrutaré del alivio inflacionario de su tiempo. Soy obstinado y no contento con un contrato indefinido y pensando en conciliar mi vida familiar y profesional, oposité. La inversión en vigilias tuvo su recompensa y me brindó más calidad de vida y resto incertidumbre a mi solvencia a largo plazo. La situación había mejorado aunque el peso de la deuda era pesada y los caprichos de la economía con los vaivenes del euribor obligaban a estirar algunos meses más que otros el cinturón. Asumido con resignación y consciente que ya no tendría el nivel de vida que habían disfrutado mis padres ahora me encuentro que nos bajan el sueldo. Increíble. Somos la generación del brick boom: endeudados de por vida y con sueldos deflacionarios.